Una noche de sábado en la zona
de la avenida universitaria, dos amigos y yo esperábamos taxi para ir a
nuestras casas. Un taxista contra la vía nos hizo señas si queríamos abordar
taxi y de largo dijimos a dónde íbamos. Nos dio precio de la carrera que nos
pareció justo y giró hacia donde estábamos. Cuando subimos al auto, volvimos a
repetir a nuestras direcciones y afirmó que yo le había dado otra dirección y tajantemente dijo ahí me iba a dejar.
Cuando le pedimos que se
detuviera, que nos bajaríamos porque no era la ruta negociada, comenzó a decirnos
que le pagáramos el precio total de la carrera si queríamos bajar, no habíamos ni
llegado a Metrocentro. Entre una discusión tensa, en la que se oponía a detenerse y
dónde el miedo también nos invadía, expresó finalmente que iba a llevarme donde yo decía,
pero seguía renegando.
Cuando mis amigos bajaron en
su dirección, anotaron el número de la placa del auto, por seguridad mía. Eso
agravó la situación. Ya viéndome sin la compañía de mis amigos, más vulnerable,
sacó a relucir la homofobia que lo carcomía “no
vuelvo a montar cochones a mi taxi, son peor que mujeres”, “¿tus amigos
maricones piensan que soy delincuente? repetía una y otra vez, y también “si yo quisiera los hubiera llevado a la
delegación policial y digo que me venían tocando, para que los echaran presos,
a mí me iban a creer más”.
Cabe decir que todas las
ofensas, aquel taxista homofóbico, las repetía mientras sonaba el discurso de
un pastor en una emisora religiosa que venía sintonizando. Traté de hacerle ver
que era discriminatoria su actitud, qué cómo podía suponer que éramos
homosexuales y si ese fuera el caso, porqué lo usaba para ofender.
Lo atemorizó el decirle que
podíamos circular su placa en las redes sociales a manera de denuncia,
advirtiendo a otras/os compañeras/os y que eso le afectaría fuertemente en su
trabajo. Al dejarme en mi dirección, extendió la mano y pidió disculpas, no sé
cuanta sinceridad había en él, pero agradecí a la vida que no haya extendido su
mano para agredirme ¿Llegaste bien Frank? Decía el mensaje de mis amigos al revisar el celular dentro de casa.