"Sabemos que las
manos vacías también son símbolo de orgullo, sabemos que una retirada no
siempre es una derrota." (Manuel
Membreño, Prólogo de "La Fuga" Berman Bans 2013).
Comparto
la decisión tomada sobre mi renuncia como miembro del Movimiento Juvenil
Nicaragüita Capítulo Managua (MJN Managua), y por consiguiente a mi cargo de
Secretario de la Junta Directiva Municipal de dicho capítulo.
Desde
el 2008 que integré el MJN tuve múltiples
oportunidades favorables a mi desarrollo personal y profesional. Experiencia
que en calidad de voluntario y técnico de proyecto, retribuí a la organización,
abonando al fortalecimiento del trabajo con jóvenes líderes y lideresas en
diversas comunidades del país.
Tuve
el chance de participar en espacios de reflexión y debate sobre la situación social
y política del país, y así, fui parte de la construcción de propuestas
orientadas a transformar lo que no nos gusta, eso que impacta negativamente en
nuestras condiciones de vida.
Conocí
a diversidad de personas que luchan por un país mejor, porque les enfurece
enormemente la violación a los Derechos Humanos por parte de funcionarios/as
que suelen abusar de su poder.
De
igual manera, compartí con gente que hacen sus mayores esfuerzos por combatir
plagas como el machismo, y lograr una convivencia en igualdad, equidad y
respeto entre mujeres y hombres.
Asimismo,
me encontré en el camino de los movimientos sociales a personas que el tema de
Derechos Humanos, en un país de atropellos como Nicaragua, el contexto les es
perfecto para hacer negocio y poder chuparle
dinero a organismos de cooperación para el desarrollo, que reproducen antivalores que le recriminan
a partidos políticos y al gobierno. Que utilizan la bandera de sociedad civil
para proyectarse a corto o largo plazo, en lo político-partidario, y de
compromiso social solo tienen el discurso.
Conocer
desde adentro este escenario contradictorio con la razón de ser de
movimientos sociales, me llevan a darle continuidad a mis metas y sueños desde
afuera. Apuesto por respirar y explorar desde otros paisajes que me permitan
continuar mi lucha por una transformación del sistema, esa lucha que la
sociedad civil me predicó y que me dijo ser justa y necesaria. Porque lo creo,
no la abandono. Me anima la posibilidad
de poder vivir y escribir nuevas historias.
El
recuerdo más significativo que me llevo es el de la revuelta que sin miedo a
nada, mujeres y hombres del MJN emprendimos para la realización de elecciones libres y transparentes
en la organización. Denunciamos públicamente el procedimiento ilegal e
ilegítimo, desapegado a los estatutos en la elección de Junta Directiva
Nacional, y desconocimos los cargos electos. No hubo disponibilidad de las
partes cuestionadas para solucionar el conflicto, pero nuestras voces se
alzaron evidenciando lo que olía mal con una postura inalienable.
Agradezco
enormemente a quienes colaboraron durante mi desempeño como técnico del proyecto
“Jóvenes ejerciendo su derecho a la participación, logran cambios en la
sociedad y en las políticas públicas”, que fue mi último cumplido con la
juventud desde el MJN. Solo con el apoyo y esfuerzo conjunto de jóvenes lideresas
y líderes de los municipios participantes, socios, organizaciones aliadas, asesoras/es
y amigas/os, los resultados obtenidos en cuanto a crecimiento personal, desarrollo organizacional y equidad de género, fueron satisfactorios.
Creer
en la juventud fue el pilar fundamental que sostuvo la implementación de este
ajetreado proyecto. No quiero dejar de agradecer a las personas que cuando financieramente
cerró la ejecución, se mostraron fieles
a valores como la ética, el compromiso y la solidaridad. Gracias por estar.
Migrar
es un derecho, y por ahora, busco un espacio coherente con el discurso que
promueve, sin titireteros ni títeres, horizontal, integrado por personas honestas,
comprometidas social y políticamente, no por devengar un salario, o por interés para proyectarse en lo
político-partidario, sino porque una causa justa lo mueve a cuestionar un sistema desigual.