“En el umbral del nuevo milenio, tendríamos que reconocer que el llamado
‘movimiento feminista’ no es ni una agregación de organizaciones ni una
agregación de miembros individuales, sino un discurso. Es un conjunto de
aspiraciones y entendimientos cambiantes y disputados que proveen metas
conscientes, soporte cognoscitivo y apoyo emocional para la evolución de la
identidad política de cada individuo”. Sonia Álvarez
Me he topado con muchos difamadores
del feminismo y da la casualidad que la mayoría son hombres. Poniendo atención
a sus “argumentos”, de inmediato puede identificarse que sus planteamientos
distan muchísimo de lo teórico y que son meras justificaciones y proyección de la misoginia
que en ellos predomina.
No tienen idea alguna de la
propuesta política del feminismo como forma de vida, como movimiento, y lo caracterizan partiendo de
acciones de mujeres asumidas feministas, que según ellos, reproducen las ideas,
actitudes y comportamientos que cuestionan ¿Es que todos los hombres somos tan coherentes verdad?
Estos hombres afirman que el feminismo es agresivo y que ha llevado a la
profundización de la violencia en lugar de frenarla. Además, sostienen la idea
que todas las feministas cargan un odio exacerbado contra los hombres, refuerzan que feminismo es lo opuesto al machismo o que es igual a hembrismo.
Seguramente han escuchado tanto al machirulo de Arjona.
Para ubicar en su justo
lugar del papel del feminismo, Judith Grant afirma que “el feminismo es el instrumento teórico que permite dar cuenta de la
construcción de género como fuente de poder y jerarquía que impacta más
negativamente sobre la mujer. Es la lente a través de la cual las diferentes
experiencias de las mujeres pueden ser analizadas críticamente con vistas a la
reinvención de las mujeres y de los hombres fuera de los patrones que
establecen la inferioridad de unas en relación con los otros”. (Blandón,
M.T., Murguialday, C., Vázquez, N. 2011. Los
cuerpos del feminismo nicaragüense. Programa Feminista La Corriente).
Soy del pensar que el
discurso antifeminista de los hombres es una clara expresión de misoginia. No toleran que mujeres exijan el derecho a decidir sobre sus cuerpos, que dirijan el rumbo
de sus vidas sin ningún tipo de tutela mascilina, que estén organizadas, que manifiesten sus cuestionmientos contra las desigualdades de poder, que estén al frente de luchas sociales y políticas,
transgrediendo el rol que el patriarcado les ha impuesto. Indudablemente nada de esto es agradable a la vista de los que se han convertido en fiscalizadores del
feminismo, habiendo tanto que cuestionar de la masculinidad hegemónica, pero
claro está que es más sencillo poner la mirada en el otro, pero sobre todo en
la otra, y jamás en sus propios pares hombres.
Estos discursos antifeministas los he escuchado tanto en hombres con nada de formación política, como en otros que integran espacios que dicen luchar por los derechos humanos o que han participado en espacios de
formación sobre género ya sea en diplomados, talleres, seminarios.
Es fundamental tener
claridad de que los movimientos feministas son aquellos que, además de aspirar
a cambiar las condiciones de vida material de las mujeres, pretenden
transformar la estructura social que mantiene y reproduce las relaciones de
poder del colectivo de los hombres sobre el de las mujeres, por las cuales éstas
están subordinadas socialmente a aquellos. (Blandón, M.T., Murguialday, C.,
Vásquez, N. 2011. Los cuerpos del
feminismo nicaragüense. Programa Feminista La Corriente).
Pienso que hay tantas
reflexiones y debates sobre las causas y consecuencias de la violencia machista y las implicancias en la vida de las mujeres y cuerpos feminizados, hay tanto que
evaluarnos en nosotros, tanto que deconstruir, como para asumir un rol de
espías de lo que políticamente hacen las mujeres.
Un día leía en Facebook un
meme que el texto decía: Antes de que hables conmigo de feminismo al menos
léete la definición que aparece en Wikipedia. Y así pasa, criticamos
desconociendo, o queriendo invisibilizar lo que las luchas feministas a largo de la historia, han aportado en lo que refiere a derechos humanos
igualitarios, en los debates sobre los fundamentalismos religiosos, laicidad, derecho
a decidir, racismo, sexismo, la descolonización de los
cuerpos, la disedencia sexual, el capitalismo y extractivismo.
Los hombres antes de actuar
como policías del género, tenemos la responsabilidad de asumir lo que nos corresponde en la prevención y erradicación de la violencia machista. Urge tomar conciencia del daño que genera la violencia sobre nuestras propias vidas y en la vida de quienes la sufren; promover y demostrar que otras maneras de ser
hombre son posibles; cuestionar a nuestros pares hombres siempre que reproduzcan ideas, actitudes y comportamientos machistas; involucrarnos
activamente en acciones que llamen al fin de esta pandemia que tanto daño genera en la sociedad; exigir que se cumplan a cabalidad las leyes y
tratados internacionales orientados a prevenir, sancionar y erradicar la
violencia de género en todas sus formas.
El feminismo como movimiento
tiene sus retos y desafíos particulares y estos debates le corresponden propiamente a los cuerpos protagonistas de la lucha feminista. Los hombres haremos mucho con cuestionarnos la enorme lista de privilegios que nos resistimos
a renunciar, antes de querer dar lecciones sobre verdadero o falso feminismo.
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