lunes, 19 de septiembre de 2016

Apuntes sobre mis encuentros y conflictos con la teoría queer


Conocí sobre la teoría queer [1] en el año 2011 cuando cursaba quinto año de pregrado. En una ocasión un compañero de clase presentó dos videos cortos con entrevistas a Beatriz Preciado, como parte de la asignatura de ética periodística y psicología de la comunicación, con el interés de proponernos un debate ético desde una mirada interseccional. Por su puesto que muchas/os quedamos boquiabiertos, yo fui uno. Nunca había sido un tema discutido en otra asignatura.

Reencontrarme hoy en día con debates de la teoría queer en el marco de la maestría de perspectivas de género y desarrollo, contribuyó en sobremanera a realizar un recorrido por mi experiencia encarnada de mis encuentros y conflictos con esta propuesta filosófica-política y para mí, terapéutica. 

Primeros acercamientos 

Ilustración: Eva Garrido.
Del libro: Por un chato de vino.
Historias de travestismos y masculinidad femenina.

La teoría queer llegó en un momento de incertidumbre. Por ello en ese primer acercamiento la tomé como una terapia. A pesar que desde mis 6 años tengo presente la fuerte atracción por cuerpos masculinos, uno de los grandes temores que me acompañaban mientras iba creciendo era salir del armario, terror que se trasladaba también en mis sueños.

Más allá de la discriminación que ya sufría frente a la eterna sospecha de ser considerado “cochón”, temía principalmente al mundo homosexual, donde la sobrevaloración de la estética de los cuerpos, el privilegio de clase y el rechazo a lo femenino constituyen también una realidad.

Construí una sólida amistad con el compañero que llevó a nuestras aulas los planteamientos queer, y esto me encaminó a conocer más sobre esta apuesta provocadora y problematizadora.

Mi amigo me compartía videos, libros, ensayos, revistas, blogs, para irme empapando más teóricamente, y obviamente, había montón de términos, conceptos y argumentos que no entendía claramente, razón por la que teníamos con frecuencia encuentros para tertulear y profundizar en las reflexiones teniendo siempre presente nuestras experiencias personales.

Los planteamientos teóricos referentes a los cuerpos colocados en la periferia y sus resistencias en una sociedad heternormativa que aniquila las diferencias, comenzaron a convocarme desde mi posición de cuerpo gordo, con tetas, feminizado, moreno, de clase media baja.

Tomé lo queer como una manera de nombrarme públicamente, como una identidad de fuga. A diferencia de mi círculo cercano de amistades, con otras personas no me salía el valor de decir “sí, soy homosexual”.

Ante las múltiples interrogantes que me hacían sobre mi orientación sexual, decía que era queer, que no me encasillaba en ninguna opción sexual. También respondía que me atraía la inteligencia de las personas, fuera hombre o mujer y no lo que pudiera haber entre sus piernas, es decir, que un pene o una vagina no hacía ni más ni menos interesante a nadie, esta reflexión derivada de un diálogo de la película Martin Hache [2].

Me parecía retador para mí mismo el intentar romper con las etiquetas que me atribuían, no encasillarme en una categoría, además me fascinaba la idea de dejar descolocados a los/as múltiples policías del género.

La literatura queer
Fui adentrándome en lecturas de Judith Butler, Beatriz (Paul) Preciado y Coral Herrera, principalmente. Me fueron suscitando muchos nuevos cuestionamientos a la visión esencialista del género.

Recuerdo a Beatriz (Paul) Preciado diciendo en una entrevista para la Televisión Española [3] “antes que yo me definiera fui definida justamente a través del insulto”, al ser interpelada insistentemente sobre su orientación sexual, sobre ser lesbiana.

También de Judith Butler tengo siempre presente sus referencias al género como un performance, una teatralización y parafraseando varios de sus postulados en su libro “El género en disputa” [4], tanto femenino o masculino son adjetivos que caben en cualquier cuerpo.

De Coral Herrera, no olvido su manifiesto de amores queer [5],  que entre diversos puntos, destaca la apuesta de un amor libre de la tiranía de la belleza y el fascismo del culto al cuerpo.

También fui encontrando vínculos entre la literatura que llegaba a mis manos con los planteamientos queer. “El retrato de Dorian Gray” [6] de Oscar Wilde, fue uno de esos libros que me marcaron mucho y que amé en el momento que llegó a mí vida. 

Me fue significativo descubrir en uno de los diálogos la frase “definir es limitar”, más aun viniendo de un escritor homosexual que fue sancionado en su época porque su producción literaria era considerada como un atentado contra la moral y las buenas costumbres.

“Definir es limitar”, lo retomé mucho para politizar los cuestionamientos al ser hombre, incluso el ser homosexual. También me fue útil retomarla para mis experiencias eróticas. Este libro además me es representativo porque abre debates filosóficos acerca de qué somos, cómo nos ven los demás y lo que en realidad queremos ser, reflejado en ello el autor.

Otro de esos libros que de igual manera tuve la oportunidad de leer en esta temporada de fascinación queer,  fue Franskenstein [7] de Mary W. Shelley, con él pude reflexionar sobre el rechazo y satanización de lo que se considera diferente, encontrando mucho de mí vivencia entre las páginas de esta historia.

Y más recientemente “Por un chato de vino. Historias de travestismos y masculinidad femenina” [8] de Raquel (Lucas) Platero, una de esas lecturas que hacen revisitar nuestras experiencias encarnadas, no para revictimizarnos, sino para poner en evidencia la perversidad que hay en las sanciones sociales a la que son-somos sometidos los cuerpos indisciplinados del género.

Registrando y compartiendo las experiencias

Mi proceso de sacudidas mentales con la teoría queer lo fui registrando desde un blog al que llamé “La bitácora de Frank Hooker” [9], tomando la palabra a mi amigo que ya tenía también su blog.

En mi blog escribía sobre cada provocación queer así como intentos de pasar de lo teórico a lo vivencial, y así compartir como el discurso pasaba por mi cuerpo “¿Por qué soy hombre?”, “Empiezo a ser queer”, “La prueba de la hombría”, “Ni activo, ni pasivo, ni versátil”, “Navi orgasmos”, “Encuentro con un heteroflexible”, son solo algunos de los títulos de escritos que compartía en las redes virtuales desde mi blog.

El cruce con el feminismo

A pesar que compartía mucho de las causas feministas y que lo queer constituye una propuesta postfeminista, no había tenido una oportunidad de adentrarme en la reflexión feminista y llegó el momento.

Abracé sus causas como lo hice con lo queer y todo lo que contribuía a mi proceso de ser-estar de la manera que mejor me hiciera sentir. Comencé a replantear mi resistencia a nombrarme públicamente homosexual y auscultar la necesidad de politizar esta orientación sexual.
En uno de los encuentros de los que sostenía con mi amigo, recuerdo que  tertuleamos sobre el tema de que ser homosexual (partiendo de nuestras experiencias) va más allá de nombrar con quien tenemos sexo, que cargamos una historia de odio/rechazo hacia nuestra existencia, que en el pasado y hoy en día, el sistema insiste en extinguirnos.

Hablábamos que es una necesidad urgente reconocer que ha sido el feminismo como propuesta política, desde donde se ha venido abriendo el camino de vindicar nuestra existencia y que por tanto, es ineludible el nombrarnos, hacernos visibles todos los cuerpos históricamente oprimidos.

Fue el feminismo quien me interpeló que “lo que no se nombra no existe” y de esta manera decidí perder el miedo y reconocerme como homosexual públicamente, como un asunto político, una manera de visibilizar la existencia de cuerpos que el sistema patriarcal coloca al margen y como resultado, desde las políticas públicas somos excluidos, no somos reconocidos como sujetos de derechos. Precisamente, desde la teoría queer esto corresponde a identificaciones estratégicas.

El feminismo y la teoría queer me enseñaron que “Es sano salir del armario”, como lo relaté en una entrada de mi blog.

Comenzaron cambios. “La bitácora de Frank Hooker” pasé a nombrarla “La bitácora de un homosexual”, además fui invitado a integrar la comunidad de blogueros/as denominada “Políticamente Incorrecto” creando un espacio que llamé “Pláticas diversas”[10], sitios desde los que propongo conversaciones sobre problemáticas que trastocan nuestras realidades, con énfasis en temas LGBTI.

Activismo y Performance

Mi activismo de calle se fue nutriendo y retomando la idea de los performances, logrando también convocar otros cuerpos. Una iniciativa surgió en el 2013, con la denominada “marcha de hombres en tacones” [11] en el marco de la marcha del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, donde un grupo de hombres con acompañamiento de La Corriente, intentamos hacer visible la responsabilidad de los hombres en general, en la prevención de la violencia contra las mujeres así como denunciar la violencia simbólica que se ejerce sobre las mujeres desde los modelos estrictos de la estética femenina, en la que deben corregir sus imperfecciones para tener una buena apariencia.


Otra intervención performática ha sido la de interactuar en la marcha del 25 de noviembre, Día Internacional de la No violencia contra las mujeres, con los labios pintados en rojo, como una forma simbólica de convocar a otros hombres a que nos involucremos más en la prevención/erradicación de la violencia machista, porque las estadísticas reflejan que son desconocidos, cercanos a la familia, parejas,  ex parejas, líderes religiosos, todos hombres, quienes están violando, agrediendo, acosando y matando a las mujeres.

Fugas, resistencias y transgresiones que continúan 

A raíz de la clase sobre introducción a la teoría queer reconozco que tuve la oportunidad de ampliar fuentes teóricas, conocer otras producciones audiovisuales con temáticas queer, aclarar y ampliar conceptos que desde el autoestudio aun no terminaba de entender (y que aun me proceso), nutrirme con los debates en clase e intercambiar a profundidad con algunas de las compañeras, además, me parece elemental que se me haya brindado un espacio para compartir mi experiencia de encuentros y conflictos con la teoría queer desde mi vivencia personal, mi activismo virtual y de calle. 

Tengo la convicción que el feminismo y lo queer continuará provocando más cuestionamientos que seguramente seguiré registrando desde mi bitácora.



[1] Para ampliar más sobre la teoría queer ver: La Teoría Queer: la de-construcción de las sexualidades periféricas. Disponible en: http://www.revistasociologica.com.mx/pdf/6903.pdf
[2] Hay que follarse a las mentes. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=pxHMVCksOOM
[3] Entrevista a Beatriz Preciado. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=gT5YGeMt1Ww
[4] El Género en disputa. Disponible en: http://www.mnba.cl/617/articles-8672_archivo_01.pdf
[5] Manifiesto de los Amores Queer. Disponible en: http://haikita.blogspot.com/2010/09/manifiesto-del-amor-queer.html
[8] Historias de travestismo y masculinidad femenina.  Disponible en: http://www.ed-bellaterra.com/php/llibresInfo.php?idLlibre=1089
[9] La bitácora de un homosexual. Disponible en: http://frankhooker90.blogspot.com/
[10] Pláticas diversas. Disponible en: http://pmincorrecto.org/platicasdiversas/
[11] ¿Por qué hombres con tacones el día de la mujer? Disponible en: http://frankhooker90.blogspot.com/2013/03/por-que-hombres-con-tacones-el-dia-de.html