En
los
últimos
meses
he participado,
junto
a
un
grupo
de
hombres
jóvenes,
en
un
proceso formativo
enfocado
en
promover
un
nuevo paradigma
de
la
masculinidad,
de
manera
que
se
genere
una
mirada
distinta
a
las
cuestiones
de
género,
las
identidades
y
las
sexualidades.
El
primer
tema
que desarrollamos análisis
del
complejo
proceso
de
construcción
de
las
identidades
de
género
en
clave
binaria
(solo
dos sexos, solo dos géneros),generó
gran espectativa entre los que decidimos ser parte de este proceso.
Y
es
que
en
el
primer
taller
que
se
impartió,
el
equipo
facilitador
abrió
el
debate
en
cuanto
al
cuestionamiento
de ¿por qué
somos
hombres?
¿Qué
nos
gusta
y
qué
no
nos
gusta
de
ser
hombres?
Pregunta que comunmente no nos hacemos, y que tampoco ocupa espacio
en conversaciones triviales.
En
la
discusión
prevalecieron asuntos
como
lo
biológico,
es
decir,
tener
un
pene
determina
ser
hombre.
También
el
fundamentalismo religioso
estuvo
presente
en
las
respuestas, por ejemplo se
comentaban expresiones como “porque
Dios
así lo
quizo”,
o
la
resistencia
al
autocuestionamiento
“porque
así
nací”.
También
se
encuentran
atribuciones
referentes
al
manejo de emociones y sentimientos,
pues
los
hombres
“son
más
fuertes”.
Y
en
lo
que
más
gusta
de
ser
hombre,
de
manera
generalizada,
se
enfatizó
a
las
libertades
-mayor
que
en
el
caso
las
mujeres-,
y
en
lo
que
menos
gusta,
que
se
tenga
la
visión
de
que
“todos
los
hombres
son
unos
malditos”.
La
interrogante
sobre
¿qué
es
ser
hombre?
es
una
pregunta
que
en
cada
encuentro
continúa
debatiéndose
y
filosofándose
para
encontrar
una
definición,
si
es
qué
la
hay.
Y
por
más
que
se
discuta,
entre
los
participantes
continúa
titubeándose
al
respecto.
Lo
que
da
un
indicio
a
una
apertura
para
desaprender
esos
cuadros
normativos
en
los
que
se
nos
ha
educado.
Se
ha
llegado
a
la
reflexión
que
ser
hombre
es
ser
capaz
de
gestionar
su
propia
vida,
pero,
en
todo
caso,
las
mujeres
también
tienen
la
misma
capacidad
de
hacerlo.
Entonces
¿qué
es
ser
hombre?
¿Y
qué
es
ser
mujer?
En
mi
caso,
para
ampliar
la
comprensión
de
la
interrogante
sobre
qué
determina
ser
hombre
o
mujer,
tuve
la
oportunidad
de
explorar
una
lectura
que
aborda
la
de-construcción
de
las
sexualidades
periféricas,
es
decir,
aquellas
que
traspasan
la
frontera
de
la
sexualidad
aceptada
socialmente.
(Revista
Sociológica,
año
24,
número
69,
enero-abril
de
2009,
pp.
43-60).
De
ésta
lectura
me
place
compartir
un
poco
sobre
la
visión
de
Judith
Butler,
quien en cuanto a las cuestines de género, ha realizado elementales
aportes filosóficos
y complejos, contribuyendo a construir lo que hoy se conoce como Teoría Queer.
Para
Butler,
todo
lo
que
somos
es
una
imitación,
una
sombra
de
la
realidad,
donde
la
heterosexualidad
forzosa
se
presenta
como
lo
auténtico,
lo
verdadero,
lo
original.
Sin
embargo,
el
sujeto
no
elige
la
actuación
del
género
libremente,
sino
que
tal
representación
de
la
heterosexualidad
es
obligatoria,
bajo
amenaza
de
sufrir
castigo
y
violencia
por
cruzar
las
fronteras
del
género;
aunque
la
transgresión
también
provoca
encanto
y
placer.
Atribuye
que
la
naturaleza
de
la
homosexualidad
es
como
un
disfraz
necesario
cuyo
objetivo
es
también
“representar”,
un
nulo
esfuerzo
por
participar
en
la
fantasmática
plenitud
de
una
heterosexualidad
naturalizadora.
Partiendo
de
su
postura
sobre
el
género,
considera
que
el
travestismo
no
es
una
imitación
de
un
género
auténtico,
sino
que
es
la
misma
estructura
imitativa
que
asume
cualquier
género.
Es
por
ello
que
Butler
afirma
que
los
vocablos
“lesbiana”
y
“gay”
no
brindan
ninguna
revelación
transparente.
Refuerza
que
existen
por
la
necesidad
de
representar
a
un
sector
político
oprimido.
Como
paradigma
de
lo
que
exige
ser
controlado,
regulado
y
clasificado
en
un
espacio
de
ruptura,
confusión
y
conflicto.
Por
tal
razón,
Butler
enfatiza
en
que
no
hay
género
“masculino”
propio
del
varón,
ni
uno
“femenino”
que
pertenece
a
las
mujeres.
Concibe
que
el
género
es
consecuencia
de
un
sistema
coercitivo
que
se
apropia
de
los
valores
culturales
de
los
sexos.
De
ésta
manera,
la
identidad
es
representativa
e
imitativa,
donde
los
roles
de
género
no
son
más
que
una
representación
teatral
donde
cada
sexo
asume
los
papeles
creados
con
anterioridad,
imitándolos
y
reproduciéndolos
continuamente.
Luego
de
darle
una
lectura
a
estos cuestionamientos
sobre
el
género,
surge
la
necesidad
de
“reiniciar”
las
mentes,
“formatearlas”
o
“actualizarlas”,
haciendo
un
poco
de
juego
con
el
lenguaje
informático,
nutriéndolas
de
estos
nuevos
estudios
que
conllevan
a observar
y
reconocer
de
que
todo
lo
que
vemos
en
nuestro
entorno
es
fruto
de
una
percepción
equivocada,
donde
todo
es
actuado.
Nos
ofrece
nuevas
explicaciones
en
el
que
confluyen
el
género
y
la
sexualidad,
fomentando
el
ideal
de
un
mundo
sin
distinciones
donde
los
seres
se
dedican
a
darle
sentido
a
sus
vidas.
Volviendo
a
la
pregunta,
¿por qué
soy
hombre?
Encuentro que lo biológico, el fundamentalismo religioso, o el
constructo social en cuanto a la clasificación e imposición de
roles, no me dan posibilidades de poder encontrar una verdadera
definición sobre el ser hombre.
Sin
embargo, es
una
interrogante
que
prefiero no definir.
Y
no
como
una
manera
de
resistirme
al
autocuestionamiento,
sino
que
ésta
postura
es
quizás,
un
resultado
de
ello.
Primeramente creo necesario
soltar
y dejar ir todo aquello que no soy. También soy
de
quienes
no
gusta
mucho de
las
definiciones.
A
como
cita
Oscar Wilde
en
uno
de
sus
memorables
libros,
“Definir
es
limitar”.
De manera que cada día estoy
en
proceso
de
“actualización”,
desaprendiendo
patrones
de
comportamiento,
e
incorporando
maneras
vivir
que
permitan
respirar
vientos
de
verdadera
libertad
no
solo
para
mí,
sino
quienes
comparten
conmigo.
Darnos F5 y dejar de ser sombras. Llegar a ese nivel de desaprendizaje no es sencillo, es un proceso complejo pero desde el momento que empezamos a cuestionarnos de "todo", y digo de "todo" porque al final estamos rodeados de un ambiente bi-sexuado o bi-generizado. Tuanis! me gustó mucho. :)
ResponderEliminarEs un proceso muy complejo ... todo está en el autocuestionamiento ... :)
ResponderEliminarExcelenete el analisis.... realmente hacemos lo que hemos visto que otros hacen.... es como el paradigma del mono con las bananas.... por esto es bueno ser abiertos a nuevos aprendizajes....
ResponderEliminarte felicito por el blog, esta interesante.