“La verdadera
intencionalidad no es otra que el control del cuerpo de las mujeres en el
espacio público. El problema es el conflicto que surge cuando una mujer ocupa
la calle y se muestra ante sí misma y ante el resto de la sociedad como dueña
de su sexualidad”.
Concha Solano Ramírez
Durante
los últimos años diversidad de organizaciones feministas en varios países del mundo
han colocado en el debate público las implicancias que tiene en la vida de las
mujeres el acoso sexual callejero, mal llamado “piropo”.
Se ha denunciado el control sobre los cuerpos de las mujeres que
los hombres creen tener como parte de los privilegios que les otorga el sistema
machista, lo que les hace pensar que pueden decir cualquier bascosidad a una
mujer en cualquier espacio, aun cuando existan marcos jurídicos que lo
sancionen.
Este ideario machista está presente en las iglesias, en la casa,
en la cama, en la calle, en la escuela, en las instituciones, en los medios de
comunicación, en los Estados, en el ciberespacio y por supuesto, las trampas
del patriarcado también se fomentan desde la industria musical.
Sin duda alguna que el grupo panameño “Rabanes” ha contribuido
mucho a legitimar lo que constituye un atropello a los derechos humanos de las
mujeres, de caminar tranquilas, sentirse seguras, de vestirse como ellas
quieran, evidenciado en la canción “Bam bam”. En las siguientes líneas, propongo analizar esta canción que desde los lentes violetas, es una oda al acoso sexual callejero.
“Las muchachas hoy en día/ Viven pendiente a la moda /Las muchachas
en la calle / Se arreglan bien a la moda /En busca de aquel piropo / Que
siempre las enamora / De la popular poesía / Picante y cautivadora”
¿Será
que las mujeres se visten para agradar a los hombres y para que éstos las
evalúen? ¿Las mujeres salen a la calle a buscar que cualquier hombre desconocido les diga lo que ellos quieran? ¿Las mujeres necesitan la aprobación de un hombre para sentirse bonitas? ¿Un atentado
a la integridad de las mujeres puede convertirse en una “poesía cautivadora”? Desde luego que NO. A la violencia machista por su nombre. Lo que Rabanes llama piropo en su música, es acoso sexual callejero.
Y es que lamentablemente tanto lo privado
como lo público son espacios de peligro para las mujeres. El acoso sexual callejero refuerza en el imaginario social la
idea de que las mujeres necesitan que las “halaguen” para que se sientan bonitas, sexis, inclusive
su naturalización libera de la responsabilidad que debe recaer sobre los hombres y se le
traslada la culpa a las mujeres, ubicándolas como “provocadoras”
de todas las situaciones de acoso, abuso sexual o violación.
Campaña del Grupo de Mujeres Crecer de El Viejo, Chinandega |
La cosificación de los cuerpos de las mujeres es también un
elemento que debe analizarse en situaciones de acoso sexual callejero, puesto que
ellas son colocadas como objetos disponibles para ser poseídos y satisfacer al otro:
“Me
gustan las yales rudas, con explosiva figura / Me gustan las chicas rudas, que
tienen sinvergüenzura / Y cuando toca Rabanes, siempre ellas hacen sus
travesuras / Y cuando toca Rabanes, ellas lo mueven con sabrosura”
“Si no tienes bam bam, no te van a mirar/ Ninguno de los pelaos de la avenida central”
Además, desde la mirada machista, los cuerpos de las mujeres tienen que cumplir con parámetros
heteropatriarcales de belleza para que puedan ser atractivos para los
hombres y las que no encajen en dichas exigencias, serán víctimas de humillaciones, a cómo podemos leer a continuación:
“Sin Bam bam no te quieren mami / Sin Bam bam no te piropean/ Sin Bam bam no te quieren negra/ sin Bam bam no… que va”
“Sin Bam bam no te quieren mami / Sin Bam bam no te piropean/ Sin Bam bam no te quieren negra/ sin Bam bam no… que va”
“Ay algunas se ponen bravas porque nadie las piropea /Ay algunas muy arregladas y nadie las piropea /El hombre busca el pedazo, y no le importa cómo se vea /El hombre busca el pedazo, aunque sea prima de Betty la fea”
Desde el imaginario del poder masculino y la virilidad, no existen límites ante el acoso, el abuso sexual o la violación. Es frecuente que los hijos
del patriarcado tengan en su mira de potenciales víctimas a niñas,
adolescentes, jóvenes, adultas y de la llamada tercera edad. Es decir, cuerpos feminizados que ellos consideran inferiores. Basta dar una mirada en las noticias sobre estos delitos sexuales. A como vemos entre las líneas de Bam bam:
“Yo
aprendo de las viejitas / Enseño a las nuevecitas / Saboreo a las flaquitas /
Disfruto de las gorditas”
Y por supuesto, los fundamentalismos religiosos no pueden faltar
en sociedades donde imperan las desigualdades, donde se oprime a quienes puedan
restar poder a la hegemonía masculina. Y la figura de Dios resalta,
justificando y legitimando una clara manifestación de la violencia machista.
Se manipula la
figura “divina” para normalizar el acoso callejero,
posicionándose el pensar de que mientras existan mujeres en el mundo,
siempre deberán haber hombres que tendrán todo el derecho de poseerlas, de
evaluarlas, que las van a etiquetar según su apariencia corpórea, puesto que
son un regalo de Dios para ellos:
Si
Dios nos mandó mujeres, yo creo que todas son muy bonitas /Si Dios me premió
con ellas las quiero a todas por igualitas”
¿Qué rico la hemos bailado y coreado verdad? -Incluyéndome- Si no construimos y fortalecemos capacidades que nos permitan cuestionar los mecanismos de opresión del sistema patriarcal, estamos propensas y propensos a caer en las trampas discursivas que
ha diseñado el machismo, las cuales están muy bien estructuradas esperando
presas, que por décadas hemos caído fácilmente.
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