“Hemos
aprendido con el feminismo que el nombrar la realidad nos permite visibilizarla”.
Norma Vázquez
Ayer que llegué a la casa se
me dio por ver tele, di un recorrido por los canales nacionales de tv abierta
–porque no tengo cable- y cuando pasé por Canal 12 detuve el saping. Estaba uno de esos llamados talk show, en concreto ¿Quién tiene la
razón?
Se abordaba la siguiente
situación: Una mujer lesbiana renta un cuarto en una casa donde convive una
madre con su hijo, un hombre joven que hace su carrera universitaria. La madre
paga con el dinero del alquiler, los estudios de su hijo, las exigencias de
este y además, ajusta para solventar otros gastos domésticos.
El hijo resulta que es
lesbofóbico (en el programa mal utilizaron reiteradamente el término
“homofóbico”) y rechaza que la mujer lesbiana conviva con ellos y que tenga
amistad con su madre ya que “eso se pasa”
y porque “Dios creo hombre y mujer”.
La conductora del programa
trató de moderar la discusión, sin embargo, el debate de principio a fin,
careció de perspectiva de género y de un enfoque basado en derechos humanos
igualitarios.
De hecho, además de la
conductora, en el programa había tres “especialistas/comentaristas” que “aportaban”
a la discusión. Uno de ellos, híper machista, orientó estas preguntas a la
mujer lesbiana: ¿Y por qué no rentas un cuarto donde vivas sola, donde no tengas
que estorbarle a una familia? ¿Por qué no te vas de esa casa para no seguir
desintegrando esa familia?
No hubo cuestionamientos al
comentario lesbofóbico. Las otras intervenciones trataban de tener una postura de “comprensión”
y “tolerancia” a las diferencias, con
un discurso escasísimo de reflexión.
Evidentemente acá se
presentaba un grave problema, que tiene nombre, la lesbofobia, que genera enormes
desigualdades y que para ser
abordado en medios de comunicación es importante el debate con una postura
libre de prejuicios y de tabúes, alejado de los fundamentalismos religiosos,
apegado al derecho, con una moderación adecuada, porque de lo contrario nunca
jamás podrá ser fructífero.
La conductora tenía gran
interés en responder a la pregunta de su programa ¿Quién tiene la razón? No se
la dio a nadie. Durante el desarrollo del caso, la mujer lesbiana comentó ser
víctima de insultos, de invasión a su privacidad, ingresos sin autorización a
su cuarto, su computadora y sus redes sociales virtuales cuando las dejaba
abiertas.
Acá hay un delito. No
obstante, de eso nadie habló en este talk
show. La discriminación contra las personas LGBTI está penalizada, así como
la invasión a la privacidad. El movimiento feminista y de la diversidad sexual
mundial han emprendido una gran lucha para que se nombren, visibilicen y
denuncien todas las desigualdades.
Reducir las situaciones de
discriminación por orientación sexual e identidades de género a un espectáculo,
un aperitivo más para el entretenimiento y el consumo heterosexualcentrista, nada
de eso aporta a la reivindicación de derechos humanos de todas aquellas
personas que históricamente han sido y siguen siendo oprimidas y oprimidos por
el sistema patriarcal y machista.
Es preocupante que se estén
consumiendo programas que no muestran a las audiencias, alternativas ante la
ola de violencias machistas, aun cuando la academia diga que las funciones de
la televisión y los medios de comunicación en general son: educar, entretener e
informar. Sin embargo, lo de educar o informar responsablemente no existe en la
industria heteropatriarcal de los monopolios de la comunicación.
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