Tengo amores que atesoro en mis sentipesares, de esos con los que una coincide en el camino y que nos hacen explorar, sentir y vivir emociones que nos dan bienestar.
De esos amores con los que una conecta, pero que de pronto una despide porque se necesitan otros senderos.
De esos amores que, entre silencios y distancias, demuestran que el afecto se sostiene, aunque a veces, tomando otras formas.
Hay amores que perduran en el tiempo
y cuyos recuerdos son como una acaricia en la piel, porque el cuerpo, el cuerpo
tiene memoria.
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