domingo, 28 de junio de 2020

Pronto volveremos a marchar junto a las multitudes disidentes

Mi primera marcha del Orgullo fue en el 2014. Sentí inseguridad y mucho miedo. Estaba aterrado por el simple hecho de ser un homosexual visible. Sin embargo, una vez arrancó el recorrido, el miedo se transformó en alegría.
Abrazar y sentir el calor de otras y otros que cotidianamente resisten a la discriminación y corear poderosas consignas al unísono, me hizo dar cada paso teniendo presente que somos muchas y muchos, que estamos en todas partes, en constante rebeldía contra un sistema que fomenta el rechazo y odio contra lesbianas, homosexuales, bisexuales, trans, travestis, queer.
Constaté que es sano salir del armario y que es vital el acuerpamiento maricofeminista.
La represión y la pandemia nos impidieron manifestarnos este año, pero aquí estamos en las redes sociales virtuales, gritando a todo pulmón que ¡Sin feminismo, no hay orgullo! haciendo frente a los discursos discriminatorios del régimen ORMU y los cobijados de azul y blanco, y con la convicción de que pronto volveremos a marchar junto a las multitudes disidentes.
La fotografía es del 2014 y fue tomada por Elvis Salvatierra.