Descolocaste a las personas
que te conocieron y por eso te etiquetaron como niño-niña. Te tocó crecer en un
país moralista y conservador, donde para las mujeres la decisión de abortar es cuestionado
y criminalizado, pero no el aborto social que comete el Estado y la sociedad en
su conjunto.
Te tocó convivir en una sociedad
donde pasa por inadvertido, el abandono absoluto de niñas y niños cuyas familias viven en situaciones paupérrimas, donde para muchas niñas y niños que llamamos “de la calle”, su día a día es la indigencia y la fuga
cotidiana mediante el consumo adictivo de drogas.
Dicen que vos siempre rechazaste
todo intento de rehabilitación, que te escapabas, que huías. Sin duda alguna, ningún argumento ante tu resistencia al cambio podrá justificar la irresponsabilidad
estatal frente a la falta de políticas públicas y programas sociales efectivos,
dirigidos a la niñez y la adolescencia en situaciones de vulnerabilidad.
Te discriminaron porque la
gente que te veía no
sabía si llamarte como hombre o mujer, desde su rechazo a la disidencia sexual y de género, por tu pobreza extrema, por tu adicción a la
drogas.
También varias personas tuvieron con vos gestos de solidaridad. Ayer nos asustamos al enterarnos de tu muerte. A algunas y algunos nos dio aquel peso de conciencia ¿Qué pude hacer para que tu vida fuera un poco menos dura? Quizá lo mejor sea desearte un buen viaje. Ya vas a descansar de este sistema que te marginó, que te excluyó en todos los sentidos.
También varias personas tuvieron con vos gestos de solidaridad. Ayer nos asustamos al enterarnos de tu muerte. A algunas y algunos nos dio aquel peso de conciencia ¿Qué pude hacer para que tu vida fuera un poco menos dura? Quizá lo mejor sea desearte un buen viaje. Ya vas a descansar de este sistema que te marginó, que te excluyó en todos los sentidos.
Fotografía: Oscar Acuña. |
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