lunes, 13 de enero de 2014

Los hombres también abortan

“La ideología es el garrote fálico masculino con el que los hombres de todas las clases sociales se dedican a golpear a las mujeres”. 
Un aborto terapéutico es una intervención quirúrgica de urgencia para prevenir complicaciones, secuelas y salvar la vida de las mujeres. Este derecho quedó anulado en Nicaragua el 26 de octubre del 2006 mediante la derogación del artículo 165 que permitía el aborto terapéutico en el Código Penal nicaragüense, producto de la perversa alianza entre líderes religiosos y poderes del Estado.

Antes y posterior a la penalización absoluta del aborto, el Grupo Estratégico por la Despenalización del Aborto Terapéutico que aglutina a diversos sectores incluyendo al Movimiento Feminista Nicaragüense, han hecho eco de numerosas las voces que reconocen al aborto como un problema de salud pública y de derechos humanos, y no de un problema privativo/exclusivo de la moral cristiana.

A pesar de las discusiones que se han generado desde un enfoque médico, legal, social, feminista y teológico, aún los jerarcas siguen manipulando a la sociedad mediante el fundamentalismo religioso, señalando como asesinas a las mujeres que se declaran defensoras del aborto terapéutico, obviando en discursos que existe gran cantidad de hombres que también abortan cuando abusan sexualmente de niñas, adolescentes o mujeres adultas o al no asumir con responsabilidad las consecuencias de sus relaciones sexuales sin protección.

Sobre este polémico punto de vista que expone lo invisible de lo visible en el tema del aborto, María López Vigil, escritora, teóloga y periodista ha abordado el tema del aborto que cometen los hombres, de igual manera, María Teresa Blandón Gadea, activista del Movimiento Feminista. Ambas han profundizado en el tema, de manera que se visualice cómo en nuestra sociedad machista y patriarcal, las mujeres siguen sobreviviendo en condiciones de desigualdad, al punto de limitárseles el derecho a decidir sobre sus vidas y sus cuerpos.

Por ejemplo, en la publicación Desde las mujeres, la medicina y la fe (2006) López Vigil expone que “el aborto de hombres es el que debe ser denunciado, lo que resulta un pecado, lo que debemos luchar por erradicar en nuestra sociedad” (p. 49). Por su parte, Blandón Gadea cuestiona el comportamiento de muchos hombres que luego de un contacto sexual desatienden las consecuencias que conlleva un embarazo no deseado. Sostiene que “la permisividad que les concede la sociedad machista en el plano de la sexualidad y la reproducción, los predispone a depositar en las mujeres toda la responsabilidad por los riesgos vinculados a estos dos ámbitos en la vida” (p. 13). 

Visto de esta manera, para López Vigil los hombres abortan cuando engendran la vida irresponsablemente y abandonan a las mujeres que embarazaron, o cuando las obligan a abortar porque no quieren problemas o que otros se enteren (p. 49). 

Blandón Gadea refiere que en Nicaragua casi el 40% de los hogares están representados, mantenidos y sostenidos únicamente por una mujer. Por ello, López Vigil argumenta que otra manera en la que los hombres abortan es cuando engendran a hijos/as que no les dan su apellido, su afecto, a los que no les dan sus alimentos, a los que a veces ni conocen ni siquiera quieren conocer (p. 12, 49).
 
Blandón Gadea agrega que los hombres en una sociedad machista como la nuestra, no se les educó para ejercer una paternidad responsable y afectuosa, resultado de los mandatos de género ligados a la virilidad y el poder. Expone esta activista y académica feminista que“hay una gran cantidad de hogares donde los padres aun estando presente, no ejercen una paternidad afectiva y por el contrario, se convierten en los principales agresores de sus hijos e hijas” (p. 12).

Otro planteamiento de López vigil radica en que los hombres abortan la infancia de las niñas cuando las violan y las embarazan. Pero no solo los hombres, también los poderes patriarcales, a como lo dice claramente Blandón Gadea “es el colmo que muchos de los que dicen estar a favor de la vida, insisten en negarle a las niñas y mujeres embarazadas producto de la violencia, la posibilidad de decidir si quieren llevar a término ese embarazo, o prefieren interrumpirlo a fin de proteger su propia salud” (p. 13, 49).

Resulta sencillo identificar las maneras en que los hombres también abortan, sin embargo a ellos no se les juzga de la manera cruel que se hace con las mujeres. Mientras las iglesias y el Estado pretenden invisibilizar esta parte del problema, las cifras de embarazos en adolescentes igual que las cifras de muertes maternas así como niñas, adolescentes, jóvenes y adultas víctimas de violencia sexual, van en aumento.

Es necesario expandir los debates relacionados a los derechos sexuales y la salud reproductiva de las mujeres. Además debe ponerse en perspectiva que los hombres no pueden decidir nunca jamás por la vida de las mujeres y peor aún, las iglesias.

Debe exhortarse la corresponsabilidad que recae en los hombres en prevenir embarazos no deseados, enfatizar en que no tienen porque entrometerse en las decisiones de mujeres cuando optan por interrumpir su embarazo porque sus vidas corran riesgos o porque fueron abusadas sexualmente. Es necesario transformar esquemas tradicionales sobre el ser hombre, cuestionar privilegios impuestos por el patriarcado y emprender así un camino hacia la igualdad y la equidad. Y el mayor reto, que el cambio no sea solo en el discurso. 

Debemos estar claros que hablar de aborto es referirse al derecho a decidir y a vivir que tienen las mujeres, algo que les compete a ellas nada más, y el Estado debería de ser el principal garante de este derecho, teniendo en cuenta que vivimos en un Estado Laico y que no debe haber intervención alguna de las iglesias en las discusiones al respecto.

Lograr que se revierta la penalización del aborto terapéutico sigue siendo un desafío enorme, sin embargo no hay que dejar que esta problemática sea un capítulo inconcluso en nuestra historia. 
 


Bibliografía 

Desde las mujeres, la medicina y la fe (2006). Católicas por el Derecho a Decidir Nicaragua. Managua, Nicaragua. 




sábado, 4 de enero de 2014

Un diario de dos




Poner orden en mi cuarto ha sido reencontrarme con mil cosas. Tarjetas de amigas/os, libros que daba por extraviados, recortes de caricaturas de esos tiempos de niñez como dragon ball o pokemon,  esos exámenes que la pegaba con lo que valían  y otros que escondía porque no quería que nadie viera, un puño de material informativo recibido en ferias de organizaciones de sociedad civil y ONG`s, cuadernos con hojas de chat entre medio sobre algún por menor en el aula de clases, o con poemas suicidas que en alguna crisis existencial escribí, o de rebeldía contra el sistema. 
 
Sin duda alguna, muchas cosas merecen seguirlas conservando, y otra gran cantidad como que están buenas para reciclaje. He de contar que uno de los hallazgos más importantes ha sido una libreta. Ella es muy especial. La daba por perdida y no esperaba volverla a tener entre mis manos. 

Esa libreta es un diario de dos. De un chico taciturno y una chica nihilista. Empezó allá en el 2008, cuando leíamos por asignación de nuestra maestra de crítica literaria, El túnel, de Ernesto Sábato. Los diálogos ahí contenidos están impregnados de tanta metafísica al estilo Juan Pablo Castel y María Iribarne. 

Empezamos con pláticas superficiales hasta convertirlas en intimistas. Nos llegamos a conocer como nadie más podría hacerlo. Ella preguntaba, yo contestaba, y viceversa. Un día yo traía la libreta a mí casa otro día lo hacia ella.

Alcanzamos un alto nivel de confianza. Conversábamos de nuestras personalidades, de nuestros sueños, nuestros fantasmas, nuestras formas de ver el mundo, y algún que otro detalle cotidiano. 

Ambos funcionábamos como consejeros uno del otro, pero no del que dice cómo vivir tu vida, sino el que te ayuda a reconocer cuanto talento tiene uno para conquistar lo que se propone. En aquellos tiempos yo pasaba la mayor crisis de autoestima, y ella una etapa nihilista. 

El existencialismo que a ambos con acompañaba en esos tiempos de cierta manera nos llevó a que transitáramos por el mismo túnel y nos escoltáramos de los fantasmas que nos agobiaban. 

Era de esperarse, en algún momento las páginas de la libreta no dieron para más. Pensamos que era señal de que el método debía tener variantes, que debía evolucionar, pero nunca fue igual. Hoy si acaso nos saludamos cuando nos encontramos en la realidad o la virtualidad. 

Siempre pensamos que éramos dos  locos porque desnudábamos nuestras personalidades en una libreta y cara a cara nos costara tanto hacerlo. Ella ha logrado mucho, y pienso que ahora si cree en el amor. Yo tampoco estoy sumergido en aquella espantosa crisis de autoestima, pero sí de vez en cuando sufro crisis de nostalgia, recordando y extrañando a quienes ya no están igual que antes. 



 

miércoles, 1 de enero de 2014

La justicia debe ser completamente justa

"Para soportar con serenidad tanta injustica, hace más falta filosofía de la que yo tengo"

Se me dio por hablar de justicia, pero ¿Quién soy yo para hablar de justicia? Ayer en hora pico en un bus mixto el conductor me dio vuelto como que pagué con diez, cuando en realidad había pagado con cinco ¿Y saben qué? No dije nada. Eché a la bolsa de mi pantalón las monedas y avancé, a como pude,  entre el gentío. 

¿Qué poca honestidad no? Pensé que así se recompensaba las otras varias veces que choferes me quedaban debiendo cincuenta centavos con la excusa de no llevar sencillo.
¿Si la justicia fuera un poco justa, muy seguramente estaría siendo procesado por robo no? ¿O quizás abuso de confianza? ¿O por estafa? No sé con exactitud cómo se nombraría el delito. De lo que si tengo certeza es que mi argumento para defenderme no tuviera validez alguna como para escaparme de la justicia, la que me caería con todo el peso y con hecho comprobable, y claro está, mi propio relato, si éste, sería la prueba en mi contra. 

¿Tendré cara para seguir hablando de justicia? Por ahí escuché que estamos en la época donde la incoherencia está de moda. Entonces creo que proseguiré. 

Si la justicia fuera un poco justa, las cárceles existentes no fueran suficientes para tanta gente que debería estar pagando por delitos cometidos. Muchas personas de las que vemos en las calles son agresores, violadores, acosadores, estafadores, padres que no cumplen con la manutención para sus hijas/os, prófugos, por mencionar. Merodean cualquier lugar con tanta tranquilidad, porque desde luego vivimos en un mundo de máscaras. 

¿Y qué hay de funcionarios/as, obispos, sacerdotes, pastores, líderes/as de partidos políticos, de la sociedad civil? Hay muchos/as que deberían estar siendo investigados/as y procesados/as, sin embargo el poder les otorga privilegios. 

Claro está que no todos los casos pueden ser comprobables porque algunos/as tienen un arte para delinquir que la víctima podría en muchos casos ser a quien le caiga el peso de la ley por “injurias y calumnias”. De esta manera se fomenta aún más el concepto de que lo que es de casa se resuelve dentro de este espacio, y nunca jamás fuera de ahí. 

Debo decir que no hay que generalizar. Hay personas dentro de sociedad civil, partidos políticos, iglesia y funcionarios/as que practican y promueven valores y principios éticos, en cambio otros/as dejan mucho de qué hablar. 

Resulta importante abordar lo que sucede cuando llega a lo público algún delito cometido por alguien vinculado a partidos políticos, sociedad civil  o la iglesia, y que se le tilda de opositor. Ya sea corrupción o un delito de violencia sexual. Pasa que si el acusado logra pactar con el partido de gobierno, manipulador de todos los poderes del Estado, aunque el sea culpable, se le otorga descaradamente libertad, pero si no es así y al gobierno no le interesa pactar, solo pasar factura, alea iacta est. Ejemplos de los dos tipos hay de sobra. 

Por otro lado, cuando el acusado está dentro del círculo de protección del gobierno, difícilmente el sol brilla para la víctima, aunque sea parte de los pobres del mundo. 

Es que todo se politiza!!! La lógica es que si cometés un delito comprobable, la justicia debe prevalecer y punto, sin ninguna distinción. No hay leyes exclusivas para pobres, ricos, funcionarios, empresarios. Las hay para aplicarse a todos/as por igual, sin manipulaciones. 

Recuerdo el caso de un ciudadano que fue acusado de robar una gallina. Los medios nombraron el proceso como “la gallina de oro”. Este ciudadano fue enjuiciado apegado a lo que dicta el código penal y dejado en libertad hasta que el demandante decidiera retirar los cargos en su contra ¿Qué indignante cuando los privilegiados -funcionarios, religiosos, entre otros protegidos por el partido de gobierno- con todas las pruebas de qué son culpables, resultan ser absueltos no? Hemos sido testigos de asesinatos, violaciones, robos al erario público, y como estos delitos queda impune. 

Es triste como luego de tantas guerras y sangre derramada, seguimos demandando lo mismo, un Estado de Derecho y todo lo que ello implica. 

Solo hasta que la justicia sea un poco justa, nuestra Nicaragüa nicaragüita tendrá otras historias que contar. Pero si quien administra la justicia no tiene el mínimo interés de aplicar la ley por igual y sin intromisiones ¿Qué nos toca por hacer? 

Es imprescindible que cuestionémonos la manera en que cada uno de nosotros/as aplicamos la justicia en nuestra cotidianidad ¿Qué tan justas son nuestras acciones? ¿Qué tan honestos/as somos? He ahí porque empecé con una experiencia personal este escrito.

Hacer las cosas de manera distinta, es un reto individual que debemos convertir en colectivo para alcanzar cambios sociales y de comportamientos que favorezcan nuestras condiciones de vida y logremos así que la justicia sea, más que un poco, completamente justa.