"Para soportar con serenidad tanta injustica, hace más falta filosofía de la que yo tengo"
Se
me dio por hablar de justicia, pero ¿Quién soy yo para hablar de justicia? Ayer
en hora pico en un bus mixto el conductor me dio vuelto como que pagué con
diez, cuando en realidad había pagado con cinco ¿Y saben qué? No dije nada. Eché
a la bolsa de mi pantalón las monedas y avancé, a como pude, entre el gentío.
¿Qué
poca honestidad no? Pensé que así se recompensaba las otras varias veces que
choferes me quedaban debiendo cincuenta centavos con la excusa de no llevar
sencillo.
¿Si la justicia fuera un poco justa, muy
seguramente estaría siendo procesado por robo no? ¿O quizás abuso de confianza?
¿O por estafa? No sé con exactitud cómo se nombraría el delito. De lo que si
tengo certeza es que mi argumento para defenderme no tuviera validez alguna
como para escaparme de la justicia, la que me caería con todo el peso y con
hecho comprobable, y claro está, mi propio relato, si éste, sería la prueba en
mi contra.
¿Tendré
cara para seguir hablando de justicia? Por ahí escuché que estamos en la época
donde la incoherencia está de moda. Entonces creo que proseguiré.
Si
la justicia fuera un poco justa, las cárceles existentes no fueran suficientes
para tanta gente que debería estar pagando por delitos cometidos. Muchas
personas de las que vemos en las calles son agresores, violadores, acosadores,
estafadores, padres que no cumplen con la manutención para sus hijas/os,
prófugos, por mencionar. Merodean cualquier lugar con tanta tranquilidad,
porque desde luego vivimos en un mundo de máscaras.
¿Y
qué hay de funcionarios/as, obispos, sacerdotes, pastores, líderes/as de
partidos políticos, de la sociedad civil? Hay muchos/as que deberían estar
siendo investigados/as y procesados/as, sin embargo el poder les otorga privilegios.
Claro
está que no todos los casos pueden ser comprobables porque algunos/as tienen un
arte para delinquir que la víctima podría en muchos casos ser a quien le caiga
el peso de la ley por “injurias y calumnias”. De esta manera se fomenta aún más
el concepto de que lo que es de casa se resuelve dentro de este espacio, y
nunca jamás fuera de ahí.
Debo
decir que no hay que generalizar. Hay personas dentro de sociedad civil,
partidos políticos, iglesia y funcionarios/as que practican y promueven valores
y principios éticos, en cambio otros/as dejan mucho de qué hablar.
Resulta
importante abordar lo que sucede cuando llega a lo público algún delito
cometido por alguien vinculado a partidos políticos, sociedad civil o la iglesia, y que se le tilda de opositor. Ya
sea corrupción o un delito de violencia sexual. Pasa que si el acusado logra pactar
con el partido de gobierno, manipulador de todos los poderes del Estado, aunque
el sea culpable, se le otorga descaradamente libertad, pero si no es así y al
gobierno no le interesa pactar, solo pasar factura, alea iacta est. Ejemplos de los dos tipos hay de sobra.
Por
otro lado, cuando el acusado está dentro del círculo de protección del
gobierno, difícilmente el sol brilla para la víctima, aunque sea parte de los
pobres del mundo.
Es
que todo se politiza!!! La lógica es que si cometés un delito comprobable, la
justicia debe prevalecer y punto, sin ninguna distinción. No hay leyes exclusivas
para pobres, ricos, funcionarios, empresarios. Las hay para aplicarse a
todos/as por igual, sin manipulaciones.
Recuerdo
el caso de un ciudadano que fue acusado de robar una gallina. Los medios
nombraron el proceso como “la gallina de oro”. Este ciudadano fue enjuiciado
apegado a lo que dicta el código penal y dejado en libertad hasta que el
demandante decidiera retirar los cargos en su contra ¿Qué indignante cuando los
privilegiados -funcionarios, religiosos, entre otros protegidos por el partido de gobierno- con todas las pruebas de qué son culpables, resultan ser absueltos
no? Hemos sido testigos de asesinatos, violaciones, robos al erario público, y
como estos delitos queda impune.
Es
triste como luego de tantas guerras y sangre derramada, seguimos demandando lo
mismo, un Estado de Derecho y todo lo que ello implica.
Solo
hasta que la justicia sea un poco justa, nuestra Nicaragüa nicaragüita tendrá
otras historias que contar. Pero si quien administra la justicia no tiene el
mínimo interés de aplicar la ley por igual y sin intromisiones ¿Qué nos toca
por hacer?
Es
imprescindible que cuestionémonos la manera en que cada uno de nosotros/as aplicamos
la justicia en nuestra cotidianidad ¿Qué tan justas son nuestras acciones? ¿Qué
tan honestos/as somos? He ahí porque empecé con una experiencia personal este
escrito.
Hacer
las cosas de manera distinta, es un reto individual que debemos convertir en
colectivo para alcanzar cambios sociales y de comportamientos que favorezcan
nuestras condiciones de vida y logremos así que la justicia sea, más que un
poco, completamente justa.
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