martes, 24 de diciembre de 2013

Navi Orgasmos




 Ya caía la noche y empezaba a invadir el típico frío de diciembre. Nos Dejamos guiar por la curiosidad hasta que buscamos la manera de encontrarnos solos. 

Empezamos a besarnos. Me resistía a dejar de sentir su sabor. Mientras eso pasaba, la ropa iba deslizándose. Su ropa interior era blanca y le iba muy bien, pero creí que era mejor si desaparecía de escena. 

Mis manos detectaron una finura en su piel, que mis labios y mi lengua no pudieron evitar recorrer todos sus rincones. No podía evitar jugar a explorar su cuerpo, morderlo con mis labios o suavemente con mis dientes, acariciarlo con mi lengua para sentir su sabor. Noté que eso le provocaba cosquilleos y sonreía. 

Él no se oponía a mi toqueteo. Su respiración se aceleraba más, y el tono de su piel clara empezaba a enrojecerse un poco. De sus pectorales me fui hasta su boca. Me sentí tan adicto a sus labios y al roce de su lengua con la mía. 

Luego todo tomó más movimiento, y el juego de matar la curiosidad que ambos teníamos llegó a su punto de éxtasis. Me preguntaba si estaba bien, y le decía que sí, y no detenía su operación. Sentía su agitada respiración, hasta que de pronto una relativa calma me invadió, y por unos minutos pausamos, para luego darle play y continuar, hasta que él también llegó a ese momento espiritual. Nos abrazamos muy fuertes, nos besamos hasta que el cansancio nos llevó al mundo onírico.  

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