Metida en ésto, la paz es un
decir; la muerte, una costumbre; la rebeldía, un drama de vencidos y la
justicia, un sueño de caretas.
Metida aquí, no hay magia blanca,
ni cielo raso que no llueva horrendas tempestades, ni pluma que no arrastre
jirones de neblina, ni paso que no impronte una acción que no termine siendo
inútil.
En ésto, no hay hombres ni
mujeres que no sean fantasmas o demonios; no hay citas que se cumplan ni
juramentos que perduren; no hay callejones oscuros que sean más que oscuros
callejones, ni lágrimas ajenas, ni noches estrelladas que no digan mentiras.
Metida en ésto hasta la nariz, la
verdad es sólo una intuición falsificada con humo de tabaco; el amor es un mito
que, al borde del abismo, rezuma una botella y la belleza es ese trago de café
que, en el hastío y con dolor de cabeza, logra arrancar dos versos la noche.
Metida en ésto, el tiempo es un esbirro feroz de la desesperanza,
y la fe es un artefacto que duele por inútil. Aquí no hay tierra santa
ni fruto prohibido. Aquí el castigo eterno es la memoria y todos los que estamos,
aquí, estamos en guerra.
Quienes estamos en ésto, somos
personas duras: sólo tenemos nuestras manos, nuestra visión en llamas, nuestra
historia ganada a fuerza de batallas perdidas y un odio casi instintivo a la
costumbre.
Vivimos en ésto.
¿En ésto qué?
#SincericidioySentimentira
Escrito
bíter dedicado a Frank Hooker Solano, con cariño en un día de cansancio
existencial.
Autora: Elena
Pereyra
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