jueves, 15 de enero de 2015

Urge nombrar las desigualdades


“Hemos aprendido con el feminismo que el nombrar la realidad nos permite visibilizarla”.

Norma Vázquez

Ayer que llegué a la casa se me dio por ver tele, di un recorrido por los canales nacionales de tv abierta –porque no tengo cable- y cuando pasé por Canal 12 detuve el saping. Estaba uno de esos llamados talk show, en concreto ¿Quién tiene la razón?

Se abordaba la siguiente situación: Una mujer lesbiana renta un cuarto en una casa donde convive una madre con su hijo, un hombre joven que hace su carrera universitaria. La madre paga con el dinero del alquiler, los estudios de su hijo, las exigencias de este y además, ajusta para solventar otros gastos domésticos.

El hijo resulta que es lesbofóbico (en el programa mal utilizaron reiteradamente el término “homofóbico”) y rechaza que la mujer lesbiana conviva con ellos y que tenga amistad con su madre ya que “eso se pasa” y porque “Dios creo hombre y mujer”.

La conductora del programa trató de moderar la discusión, sin embargo, el debate de principio a fin, careció de perspectiva de género y de un enfoque basado en derechos humanos igualitarios.

De hecho, además de la conductora, en el programa había tres “especialistas/comentaristas” que “aportaban” a la discusión. Uno de ellos, híper machista, orientó estas preguntas a la mujer lesbiana: ¿Y por qué no rentas un cuarto donde vivas sola, donde no tengas que estorbarle a una familia? ¿Por qué no te vas de esa casa para no seguir desintegrando esa familia?

No hubo cuestionamientos al comentario lesbofóbico. Las otras intervenciones trataban de tener una postura de “comprensión” y “tolerancia a las diferencias, con un discurso escasísimo de reflexión.

Evidentemente acá se presentaba un grave problema, que tiene nombre, la lesbofobia, que genera enormes desigualdades y que para ser abordado en medios de comunicación es importante el debate con una postura libre de prejuicios y de tabúes, alejado de los fundamentalismos religiosos, apegado al derecho, con una moderación adecuada, porque de lo contrario nunca jamás podrá ser fructífero.

La conductora tenía gran interés en responder a la pregunta de su programa ¿Quién tiene la razón? No se la dio a nadie. Durante el desarrollo del caso, la mujer lesbiana comentó ser víctima de insultos, de invasión a su privacidad, ingresos sin autorización a su cuarto, su computadora y sus redes sociales virtuales cuando las dejaba abiertas.

Acá hay un delito. No obstante, de eso nadie habló en este talk show. La discriminación contra las personas LGBTI está penalizada, así como la invasión a la privacidad. El movimiento feminista y de la diversidad sexual mundial han emprendido una gran lucha para que se nombren, visibilicen y denuncien todas las desigualdades.

Reducir las situaciones de discriminación por orientación sexual e identidades de género a un espectáculo, un aperitivo más para el entretenimiento y el consumo heterosexualcentrista, nada de eso aporta a la reivindicación de derechos humanos de todas aquellas personas que históricamente han sido y siguen siendo oprimidas y oprimidos por el sistema patriarcal y machista.

Es preocupante que se estén consumiendo programas que no muestran a las audiencias, alternativas ante la ola de violencias machistas, aun cuando la academia diga que las funciones de la televisión y los medios de comunicación en general son: educar, entretener e informar. Sin embargo, lo de educar o informar responsablemente no existe en la industria heteropatriarcal de los monopolios de la comunicación. 

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