lunes, 19 de agosto de 2013

Risotadas


No siempre río por que todo me cause gracia. De hecho no siempre río igual. Crecí en una sociedad que me criticó el llorar cuando sentía la necesidad de hacerlo. Por enojo, dolor, por ser regañado, castigado, fajeado, chilillado, sentenciado, por malacrianza, miedo, incertidumbre, felicidad o por tristeza. Por la simple razón que ser llorón no era cosa de hombres. Sería mentiroso decir con exactitud cuando la risa sustituyó mis lágrimas. No lo recuerdo la verdad. De pronto la risa pasó a ser el medio transmisor de mis estados de ánimo. Aveces con excitación y aveces con melancolía. Comportamiento que muchas/os me cuestionan, sobre todo si empiezan a conocerme, pero así soy yo. Y no siempre río por que todo me cause gracia. No todo es bonito en la vida. Solo es una forma en la que aprendí expresar emociones y sentimientos, y que se volvió parte de mi personalidad. Creo que de pequeño lloré mucho, que mis lágrimas se secaron, pero las reservas ahí están, porque sí, he llorado ya de grande, pero no tanto como he reído. 



  

No hay comentarios:

Publicar un comentario